“Bronce” Déjenme Dormir abraza el tercer lugar en su nuevo disco

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No conseguir el oro ni la plata. Obtener el tercer lugar y abrazarlo, entender que perder está bien porque así es el proceso de conectar con la naturaleza del sentir y existir. Déjenme Dormir, la prometedora agrupación santiaguina de indierock, termina de cristalizar su sonido melancólico y potente, que ya nos había capturado con el disco debut “Neumonía”, donde los escuchamos junto a varios de los artistas más interesantes de la nueva música chilena: Nando García, Laurela y Matías Ávila de Candelabro.

Hoy presentan “Bronce”, segundo LP que es la increíble representación de conseguir el tercer lugar. Las 11 canciones dan rienda suelta al lado crudo, oscuro y visceral de Déjenme Dormir, mientras nos cantan sobre la pérdida, el desamor, el luto, el paso del tiempo y las heridas de la juventud‘ROMA’ y ‘MONÓTONO LUGAR’ fueron los sencillos lanzados en la antesala de este esperado álbum, que cuenta con Javiera Donoso de Candelabro y Francisca Fuenzalida de Inundaremos como colaboradoras. 

La diferencia entre hacer “Bronce” y “Neumonía” fue el lado terapéutico de la colaboración. El llegar a la sala a trabajar los arreglos en conjunto fue algo nuevo, una manera de procesar en tiempo real los distintos lutos presentes en las canciones. Sentirse comprendido al momento de compartir una experiencia íntima, compartir el proceso de transformar lo vivido en música. Nos sentimos más maduros, cuentan Felipe Ibar (batería), Nicolás Yáñez (bajo), Vicente Reyes (teclado), Benjamin Aguirre (teclado), Keko López (guitarra y voces), y Juan Diego Soto (guitarra y voces).

Si con el single ‘ROMA’ ya confesaban el homenaje a sonidos noventeros como el caso del “Siamese Dream” de The Smashing Pumpkins, ahora que podemos escuchar el trabajo de forma íntegra logramos ver el puzzle que significan los discos que escucharon los músicos durante la adolescencia, con otras referencias como Duster o Horse Jumper of Love.

La experiencia colectiva, el encuentro de las tocatas y la sensación de comunidad sigue siendo el motor de este proyecto, que toma la melancolía noventera y la explosión de la emoción para descender al lado más oscuro del anhelo y del fracaso. De ese trayecto traen cosas al limpio, regalándonos una entrega cargada de potencia sensible; asumir la derrota desde la victoria de crecer y dando con un disco que ya se alza como una de las mejores muestras indie chileno del año.

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