Ayer domingo 10 de noviembre del 2024, el Teatro Cariola se convirtió en el templo del metal con el arribo sorpresivo con bandas de mucho nivel del Fatal Prediction Fest, una experiencia intensa y sólida para todos los que vivimos este género como una forma de vida. Fue una noche que no solo reunió grandes nombres, sino que cada banda logró dejar huella en el público. Aquí va un repaso de cómo se vivió la jornada, desde el calor del escenario hasta la energía que compartimos los fans.
Los chilenos de We Are the Monster abrieron la noche, y aunque ser la banda inicial no es fácil, lograron encender los motores de un público ansioso. Su actuación fue como un grito en alto para decir que el metal en Chile tiene mucho que ofrecer.
Cuando Watain subió al escenario, el Teatro Cariola se transformó en una especie de ritual en toda su expresión. Los suecos no solo tocan black metal; lo viven y lo transmiten en cada detalle, desde la iluminación hasta su puesta en escena ceremonial. Es imposible no sentirse absorbido por la atmósfera que crean. Temas como “Devil’s Blood” y “Malfeitor” fueron invocaciones donde el público pudo interactuar con la ofrenda sangrienta directamente en sus caras abrazados por las antorchas que liberaron el poder de esta increíble banda. Más que un concierto, fue una experiencia intensa, algo que te recuerda por qué el black metal tiene una conexión tan profunda con sus seguidores.
Después del intenso ritual de Watain, Asphyx llegó con una propuesta completamente distinta, pero igualmente poderosa. Los holandeses trajeron un death/doom que resonó como un martillo en el pecho. Martin van Drunen, con su voz desgarrada, se dejó la garganta en cada tema y cada grito se sintió en el cuerpo de quienes estábamos ahí. Escuchar temas como “Deathhammer” y “Last One on Earth” en vivo fue un recordatorio de lo crudo y visceral que puede ser el death metal, y el público, en su mayoría fans de antaño, respondió con cabeceos y puños en el aire para agradecer la tremenda performance de los oriundos de los países bajos. Death metal directo en la quijada.
Con Ne Obliviscaris, el ambiente cambió a algo casi poético. La banda australiana nos llevó a un viaje más introspectivo, mezclando black, death y progresivo con una técnica y sensibilidad que pocas bandas logran. Fue un cambio de ritmo necesario, que nos permitió conectar con el lado más emocional y complejo del metal extremo. El violín de Tim Charles, mezclado con los guturales de Xenoyr, generó un contraste hermoso y desgarrador. La audiencia, casi en silencio durante su set, estaba completamente cautivada. Al terminar, los aplausos fueron largos y sentidos, porque todos sabíamos que habíamos presenciado algo único.
Después, Enslaved tomó el escenario y volvió a cambiar la atmósfera. Su black/viking metal progresivo trajo una energía épica, como una banda sonora de batallas míticas y antiguas tierras. Con temas como “Allfǫðr Oðinn” y “Jettegryta”, nos transportaron a los paisajes noruegos que inspiran su música. Fue un momento casi introspectivo en el que el público y la banda parecían sincronizados. Enslaved tiene la capacidad de lograr esa conexión profunda, y se sintió como un momento de comunión entre quienes estábamos ahí, compartiendo una historia que solo nosotros podíamos entender.
Finalmente, la noche cerró con Unleashed, quienes llegaron a coronar el festival con su energía inigualable. Estos suecos son una institución en el death metal, y se notó en cada acorde y en cada palabra que Johnny Hedlund compartía con el público. No solo tocaron, sino que celebraron junto a nosotros. “Before the Creation of Time” y “Death Metal Victory” fueron gritos de guerra que hicieron temblar el Cariola, y el público respondió con una entrega total. Cerraron con una vibra casi festiva, recordándonos que el metal también es una celebración de vida, pasión y resistencia.
El Fatal Prediction Fest fue mucho más que un festival de metal que vino al rescate de otro: fue una experiencia que nos conectó a todos, músicos y fans, en una noche inolvidable. Cada banda aportó su propio estilo y versatilidad, generando un viaje musical completo que transitó desde lo ritual hasta lo brutal, y desde lo épico hasta lo profundamente emocional. La organización impecable, el sonido potente y un público que entregó su alma en cada tema hicieron de esta noche algo realmente especial. Para los que estuvimos ahí, fue una celebración de lo que significa ser parte de esta comunidad, y quedará grabada como una de las mejores jornadas de metal de este año, todo esto gracias a Chargola Producciones.
Por Emerson Zuñiga Vidaurre.
Fotografías gentileza Chargola Producciones/Fotógrafo Rubén Garate.