El legendario Teatro Cariola de Santiago fue testigo de un concierto demoledor encabezado por Napalm Death, quienes se encargaron de hacer temblar los cimientos del recinto. Lo vivido anoche fue uno de esos momentos que definen el carácter indomable de este género.
La jornada arrancó con un tridente de bandas que calentaron los motores de una audiencia hambrienta de violencia sonora. A eso de las 17:30, el trío paulista Eskröta trajo al escenario toda su furia con letras contestatarias, antifascistas y feministas, que fueron excelentemente recibidas por el público, que ya se hacía presente desde temprano en el centro de la capital. Les siguieron los oriundos de Limache, Demoniac, con más de 10 años de carrera, repasando su tercer álbum, Nube Negra, el cual ha obtenido muy buena recepción desde su salida en 2023. Para finalizar el tridente de apertura, con más de 18 años de trayectoria, los chillanejos de Gangrena demostraron de qué está hecho su death metal y ofrecieron una aplaudida presentación.
Puntualmente, y como nos tiene acostumbrados Spider Prod, se alzó el telón para los invitados especiales de la velada a las 20:30. Lucifer ofreció una cátedra rotunda con un sonido clásico de los 70, evocando riffs lúgubres, doomeros y también cargados de energía. Las cuerdas de gran calidad, solos impecables y una excelente cohesión en el escenario lograron atrapar al público presente y transportarnos por un momento a los días de gloria de Black Sabbath y Led Zeppelin. Sumado a ello, la calidad vocal y la performance de Johanna Sadonis mantuvieron hipnotizados a los espectadores. Una actuación impecable por donde se le mire, con calidad en todos los sentidos.
A las 21:30, la destrucción total y el caos reinaban. El ambiente se agitó al instante al escucharse los primeros riffs de From Enslavement to Obliteration, canción con la que los oriundos de Birmingham nos dieron la bienvenida en su retorno a nuestro país. Más de 40 años de incansable furia se vieron reflejados en cada acorde, con un set letal que no daba respiro entre la algarabía y que no se detenía ni un segundo. Repasaron material de los discos Enemy of the Music Business, Order of the Leech, Throes of Joy in the Jaws of Defeatism, Diatribes, entre otros.
Más de una hora de caos que vio encenderse bengalas en el moshpit, desatando la locura total con “Suffer the Children”, “Scum”, “You Suffer” y muchos hits directos al cráneo de cada asistente en este viernes por la noche en el Cariola. La algarabía, la violencia y el descontento evocador de las letras de cada clásico de Napalm Death impactaron a todos los presentes, donde más de uno cayó noqueado al suelo, algunos heridos en el circle pit, y otros se hicieron nuevos amigos a puñetazos en la platea. Incluso hubo quienes saltaron desde la platea a cancha porque las ganas de estar en el mosh eran incontenibles (algo que no recomendamos por seguridad). Cada uno de esos momentos describe la furia total desatada, el huracán de brutalidad sonora que desplegaron los británicos una vez más en tierras sudamericanas, y que alzaron la voz de todos cuando cayó el hitazo y clásico “Nazi Punks Fuck Off”.
Una noche severa y un despliegue imparable del querido por todos Barney Greenway, quien, a sus 55 años, demuestra que aún mantiene el mismo ímpetu y energía de siempre. Una entrega sólida de un espectáculo igualmente sólido, que una vez más dejó claro que Napalm Death es una de las bandas más letales de la escena grindcore mundial.
Por Emerson Zuñiga Vidaurre.
Fotografías gentileza Spider Producciones/fotógrafo Francisco Aguilar.